"La violencia familiar es una de las enfermedades sociales propias de nuestro tiempo"

La psicóloga Jamin Madrid, es docente principal de la escuela de psicología de la Universidad Peruana Unión y además trabajó en el Ministerio de la mujer hace algunos años atrás, ella nos dará sus impresiones desde un punto de vista profesional desde el área de la salud mental.

Licenciada Jazmín, ¿Cuáles son las causas que originan el maltrato del hombre hacia su pareja?
El fenómeno de la violencia familiar es multicausal, es difícil decir que lo hace sólo porque es machista, o porque él también vivió maltrato en su hogar o porque es su manera de reaccionar, a veces al buscar las causas lo que estamos buscando son excusas o justificaciones para el maltrato. Para cuestiones prácticas lo más importante no es saber las causas sino buscar las estrategias para detener con la violencia.

Y ¿Cuál es el perfil psicológico de un agresor?
Socialmente no hay un prototipo de agresor; puede ser de clase alta o baja, con estudios o sin ellos, joven o viejo. Tampoco son “enfermos mentales” y no necesariamente su conducta esta ligada al consumo de alcohol o drogas. En realidad, los agresores pueden estar muy cerca de nosotros, ser compañeros de trabajo, amigos o vecinos, queda claro que la mayoría de ellos son ‘normales’; sin embargo, notaremos en ellos machismo o que justifican el uso de la violencia para resolver problemas.

Con frecuencia notamos que una mujer a pesar de ser agredida por su cónyuge, insiste en seguir con él. ¿Por qué ella no reacciona y hace algo para evitar este daño contra su persona?
Esta es una pregunta clásica en el tema de violencia familiar, ya muchos se han preguntado porque las mujeres no son capaces de salir por ellas mismas de la VF. Creo que si pudieran ya lo habrían hecho, a las personas no nos gusta la violencia por la violencia misma, y no es una situación deseable para nadie. Sin embargo, muchas mujeres aprenden a tolerar la violencia familiar porque salir de ella les parece más difícil y doloroso. A veces aguantar maltrato puede ser más tolerable que mantenerse económicamente por ellas mismas, o aprender a vivir sin la figura paterna para sus hijos, o imaginarse la vida sin una pareja. Las razones de la dependencia pueden ser múltiples y aparentemente “bien fundamentadas”, pero sólo sirven para mantener a la víctima dentro del ciclo de la violencia. El síndrome de Estocolmo explica esto: la víctima como cómplice del agresor.
¿Cuáles son las consecuencias de la violencia familiar para la víctima y sus hijos?
Las consecuencias son sumamente traumáticas y limitantes. Podemos empezar hablando de las consecuencias para la salud física que van desde cortes menores, golpes y moretones a discapacidad crónica y muerte. Y si hablamos acerca de cómo afecta la salud mental, en el caso de mujeres golpeadas o agredidas sexualmente, el agotamiento emocional y físico puede conducir al suicidio. Se experimenta enorme sufrimiento psicológico debido a la violencia. Muchas están gravemente deprimidas o ansiosas, mientras otras muestran síntomas del trastorno de estrés postraumático. Es posible que estén fatigadas en forma crónica, no pueden conciliar el sueño; pueden tener pesadillas o trastornos de los hábitos alimentarios; recurrir al alcohol y las drogas para disfrazar su dolor; o aislarse y retraerse, sin darse cuenta, parece, que se están metiendo en otro problemas, aunque menos graves, pero dañino igualmente.

¿Cómo saber si quién dice ser víctima es realmente la víctima, ya que podría ser ella la que esté maltratando a su pareja?
Esta es una pregunta interesante, ¿existe la posibilidad de que sea el hombre la víctima? Yo creo que todo esto responde a la misma dinámica de la violencia familiar, es muy probable que la violencia sea mutua, sin embargo, el hombre suele ser físicamente más fuerte y es quien según las estadísticas el que más agrede. Si existe violencia, generalmente es la mujer y los hijos los que están más afectados.

¿En qué medida puede contribuir un psicólogo en la vida de una agredida?
Me gustaría decir que podemos hacer mucho para ayudar, sin embargo, debo reconocer que en mi experiencia trabajando con mujeres maltratadas, el asunto es bastante complejo y alienante, las demandas emocionales son altas. Es importante que el profesional que atienda estos casos mantenga la ecuanimidad y una visión realista de las probabilidades de éxito, necesita conocer bien la realidad social y trabajar bajo enfoques que tengan en cuenta la realidad del ser humano afectado por el pecado, además de los enfoques de Derechos Humanos y de Género. A las personas agredidas, les cuesta mucho salir de la violencia, es decisión de ellas cortar con sus agresores y eso no sucederá de un día para otro. Es necesario además trabajar con la familia y las redes sociales de la agredida.

Algunas mujeres van a la comisaría y denuncian maltrato, al poco tiempo se reconcilian con su pareja y retiran la denuncia. Pierden credibilidad y las instituciones públicas, privadas y la comunidad ya no confían en la seriedad de su experiencia como mujer maltratada, debido a que estos actos denotan falta de seriedad y decisión. El psicólogo que trabaja en este tema, también debe lidiar con todas estas situaciones propias de la dinámica de la violencia.

Considero que la violencia familiar es una de las enfermedades sociales propias de nuestro tiempo y necesitamos todos aprender las actitudes y conductas saludables que nos alejen de este estilo tan nocivo de relación. Como psicóloga cristiana, creo que el plan de Dios para los seres humanos, y especialmente para las familias, es que se muestre su amor, el amor que es tolerante y comprensivo con los seres que decimos amar, el cariño que es sincero, sencillo y amable. El se opone a la violencia, y está dispuesto a ayudar a todas las personas (víctimas o agresores) que deseen salir de ella, sólo necesitamos buscarlo de todo corazón y El cumplirá sus promesas en nosotros. El maltrato duele, pero pareciera que el cambio duele más, no es cierto, y Dios quiere enseñarnos como ser verdaderamente libres y felices.

Por: Oved Chuquivala